Tuve la oportunidad de acudir a tres lugares obligatorios para un amante de la vida nocturna en Puerto Vallarta, Jalisco.
Gracias a la invitación de mi amigo Wes, decidimos ir a conocer tres bares con una estética bien definida desde sus superficies hasta bebidas y sonido.
Colibrí
El primer spot fue Colibrí, un bar de cerveza artesanal, tragos y música house. Las luces rojas contrastan con el verde de las plantas y los tabiques de las casas antiguas con las que colinda su pista de baile.
Yambak
Decidimos seguir después de unas cuantas IPA tropicales y unas Doble stout de chocolate a Yambak, un sitio de tres pisos a solo unas cuadras también del malecón.
El primer piso aparentaba un bar tranquilo para comer y descansar mientras el segundo era todo lo contrario. La pista al aire libre cuenta con unos balcones a la calle donde refugiarse de la gente que baila frenéticamente con el sonido del DJ con algo de techno. Nos instalamos hasta arriba en el rooftop donde se podía admirar las piezas de Neo-muralismo (o tal vez graffiti) en las paredes y tenía un aura de tranquilidad cerca del horno de piedra donde terminaban de calentar unas pizzas.
Cuando salimos ya era muy tarde, quizás las 4 y media o 5 am, las calles de Vallarta seguían concurridas por individuos o grupos como el nuestro buscando algún sitio para seguirla.
La cultura urbana colinda de repente con las autoridades que no permiten uno patine en un estacionamiento, que necesita un permiso para expresarte artísticamente en una pared, que requiere un amparo para utilizar sustancias que evidentemente solo sirve su prohibición para las mordidas que piden como si fuera su derecho. Así que las personas que buscan divertirse en la urbe latinoamericana deben tener cuidado.
Roxy
De esa manera terminamos en Roxy, un bar de música Rock con billar donde los músicos interpretaban maravillosamente covers de System of a Down y Metallica entre muchas otras. Terminamos